Noche de caza.
Ella caminó a paso apresurado por el único camino que la llevaría a casa; un callejón oscuro en el cual la mugre se mezclaba con sangre.
Muchos osaban cruzarlo, pero pocos lo lograban. Se santiguó con manos temblorosas esperando que Dios la protegiera de la maldad oculta en ese interminable pasillo.
Sus tacones se doblaban por el mal estado del asfaltado, lo que le hacía imposible ir más rápido, el miedo invadía su cuerpo y su vellos se erizaron.
De refilón vio una sombra acercarse a ella. Al principio pensó que era otro transeúnte atrasado, pero sus pasos apresurados para alcanzarla le dieron a entender que estaba siendo cazada.
Un golpe contra la pared más cercana fue lo único que recibió antes de que una voz masculina proveniente del hombre encapuchado que la acechaba se burlara de su ingenuo intento de salir ilesa.
Él la creía su víctima.
Ella observó los cabellos rubios escapando de la capucha y sonrió con sorna, todo había salido de acuerdo al plan.
Ya había capturado a su nuevo alimento.