¿Te sueno?

Siempre había ido dando tumbos, golpeándose a cada paso que daba y, sin embargo, era incapaz de salir de su círculo de confort. Para la gente de fuera, era prácticamente invisible, aunque, si prestaban atención, podían escucharle varias veces al día intentar escapar de su cruel destino. Al nacer, pudieron moldearle como una valiente espada o como un protector escudo, pero tuvo que conformarse con ser badajo y hacer sonar las campanas.

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *