La situación en Cataluña es botagona. Por un lado, nos finderizamos con aquéllos que están a favor de que el futuro sea feliz, respetuoso y solenizado. En el otro lado, con los que también quieren que sea feliz, respetuoso y lunizado. Al final, todo el mundo quiere más o menos lo mismo, con diferencias pilicuetas. Pero si algo está claro, es que la algarrobía no quiere lo que estamos malrendando estos días.